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viernes, 9 de julio de 2010

Entrevista a Chris Stewart de Eduardo Cruz

Entrevista de Eduardo Cruz a Chris Stewart

Entrevista a Chris Stewart, autor de “Entre limones” y “El loro en el limonero”, donde vuelve  contarnos una más de sus aventuras. En esta ocasión nos presenta “Tres maneras de volcar un barco”, un libro donde narra su experiencia como patrón de barco cuando no sabía distinguir entre babor y estribor.

Contar ovejas no sirve para nada – menos saber cuantas ovejas hay – lo tengo probado. Y la manera en que uno duerme en un barco en alta mar es algo muy especial… la emoción mecedora…

Recuerdo que alguien nos propuso la idea de realizar la entrevista en un barco… Recuerdo que a ambos nos pareció una magnífica idea… Recuerdo que no había presupuesto y que tuvimos que optar por una pequeña barca a motor… Recuerdo que Chris manejaba el timón mientras yo preparaba la grabadora y el bloc de notas… Recuerdo que nuestra conversación transcurrió entre la originalidad de mis preguntas y la brillantez de sus respuestas… Recuerdo que ambos acordamos compartir el importe económico del Pulitzer… Recuerdo aquella gigantesca roca a babor… Recuerdo que la Cruz Roja nos trató con exquisita amabilidad… Recuerdo que, delante de la Guardia Civil, sólo podíamos articular la frase “¡patera no, patera no!”…

Recuerdo que ambos convenimos en que lo más seguro sería repetir la entrevista vía correo electrónico…
Esta es, pues, mi conversación con Chris Stewart, autor de “Tres maneras de volcar un barco”, que ya son cuatro:
Eduardo Cruz Acillona.-¿Es cierto que usted vive en las Alpujarras porque la Ley de Costas española le ha impuesto una orden de alejamiento del mar de cincuenta kilómetros?
Chris Stewart.- Más bien cincuenta kilómetros y cuatrocientos metros de altura… No, es una ley autoimpuesta; es que temo mucho la atracción del mar y estoy fácilmente seducido. Al ver la belleza del mar y el progreso tan digno y bello de algún que otro velero, no me quedaría más remedio que apuntarme de nuevo a navegar… y allí yace el desastre. Estoy tan contento en las montañas y no quiero putear una situación tan feliz y agradable. A mi mujer le encantan la jardinería y las plantas, y no se quedaría satisfecha del todo con la pequeña maceta de albahaca en la baranda de popa de un barco… y, como sabrás, si tu mujer está feliz todo saldrá bien.

E. C. A.- Trabajó como esquilador de ovejas y como patrón de barco. Para dormir, ¿cuenta ovejas u olas?
C S.- Contar ovejas no sirve para nada – menos saber cuantas ovejas hay – lo tengo probado. Y la manera en que uno duerme en un barco en alta mar es algo muy especial… la emoción mecedora, el sonido de las olas lamiendo el barco, el fabuloso sentido que estás dormido pero llegando a algún sitio (como viajar en tren de noche, pero más agradable). Me encanta dormir, es una de mis pasatiempos preferidos.

E. C. A.- Usted es un bon vivant / un epicúreo / un niño con cuerpo de adulto (táchese lo que no proceda)
C S.- Ay, cómo me encantan los buenos vinos, la buena comida y la buena compañía… con esos tienes la vida llena. Buena salud, algún que otro viaje interesante, una vista preciosa desde la casa… todas estas cosas también juegan su papel. El niño con cuerpo de adulto… hmm, bueno hay que admitir que no soy la persona más madura del mundo… pero me apaño.
E. C. A.- Tras leer “Tres maneras de volcar un barco” tengo la sospecha de que usted es un personaje de Tom Sharpe ¿Tiene pruebas que lo desmientan?
C S.- En absoluto. Eres muy amable. Me gusta mucho la obra de Tom Sharpe; es un genio del género cómico pero con dientes para morder donde sea necesario. Me alegro mucho que tú pienses que yo podría ser un personaje en sus libros. Y, si es verdad, lo consigo arriesgándome, siempre pisando el camino menos transitado, tomando la decisión menos convencional… y, si es verdad que no he conseguido nada realmente útil en esta vida, por lo menos he tenido una vida bastante llena, y además he conseguido entretener a la gente… y, como sabes, a la gente hay que entretenerla.
E. C. A.- ¿Qué le hizo cambiar el velero por el Valero?
C S.- Bueno… estas dos cosas, las montañas y el mar, siempre han sido dos pasiones fuertes conmigo. No se puede tener todo en esta vida; hay que elegir. Y, al fin y al cabo, la elección que hice me ha servido de puta madre.
E. C. A.- ¿Y cómo consiguió que su compañera Ana le siguiera al Valero y no en el velero?
C S.- Supongo que la gusté… después de todo ya llevamos treinta y cinco años juntos. Es mucho… y difícil de creer que dos personas – ni mucho menos una chica y un tío – serían capaces de convivir felizmente durante tantos años. Me parece que los dos elementos que más destacan son el buen sexo y un buen sentido de humor compartido.
E. C. A.- ¿Podemos enmarcar su novela entre el sosiego de “Tres hombres en una barca” de Jerome K. Jerome y la lucha contra las adversidades de “El viejo y el mar” de Ernest Hemingway?
C S.- Elegimos el título, como te puedes imaginar, como reflejo de Three Men in a Boat, una obra que se ha metido profundamente en el corazón de todos los ingleses. Estaría encantado de pensar que mis humildes esfuerzos te han puesto en mente de J.K. Jerome. El Viejo y el Mar es más profundo, trata más de la noche oscura del alma. Aunque enfrente dificultades, mi manera de tratarlas es mucho más ligera, tiene mucho menos enjundia que Hemingway.
E. C. A.- Estuvo en la Feria del Libro de Madrid firmando ejemplares ¿Cómo fue su relación con los lectores? ¿Convenció a alguno para dar un paseo en barca por el estanque?
C S.- Me encanta esto de conocer al público… es una vida triste y solitaria, ésta de sentarse solito en su oscura choza pensando en cosas para escribir. Y luego te sales al aire libre y allí estás charlando con tus propios lectores… es lo que hace que todo vale la pena. Tengo mucha suerte: mi público no viene con ganas de putearme, pero más bien de sacar unas fotos con el viejo verde aprovechándose para abrazar alguna que otra joven belleza… un deleite. Y no, por supuesto, nadie tiene ganas de navegar conmigo, ni de la más mínima manera!

E. C. A.- Seguro que ya está trabajando en la próxima entrega de sus memorias ¿Con qué Chris Stewart nos encontraremos en esta ocasión?
C S.- El mismo tío… no conozco otro, y no soy capaz de inventarlo. Y como consecuencia, por supuesto todo es cierto, menos las imperfecciones de una memoria cada vez más excéntrica.
E. C. A.- Hemos terminado la entrevista y no le he preguntado por sus inicios como batería en la mítica banda de rock Génesis ¿Le molesta, le sorprende o lo agradece?
C S.- No me molesta un bledo; estoy acostumbrado ya, y por supuesto me ha servido muy bien. A lo mejor me siento un poco desilusionado que la cosa más interesante de mí es lo que hice cuando tuve nada más que quince años. Pero no importa.
C S.- E. C. A.- Pues muchas gracias por su amabilidad y por lo divertido de sus respuestas, Chris.
Un placer, Eduardo… Y muchas gracias a ti por las preguntas tan divertidas.



Eduardo Cruz Acillona es periodista. Lee cinco periódicos al día. No por estar bien informado, sino porque no se fía ni de la solución de los sudokus. Ha publicado dos libros de monólogos de humor: "Más claro, agua" (Ed. Lulú, 2007) y "Mejorando lo presente" (Ed. Bubok, 2008). Algunos de sus relatos también están publicados en antologías y revistas literarias. Diariamente actualiza su blog  Más claro, agua y colabora en la web literaria Más que palabras.

miércoles, 7 de julio de 2010

NO SEAS BUENO, SÉ FELIZ. Entrevista de Carmen Moreno al cantautor Kico Gómez

NO SEAS BUENO, SÉ FELIZ
Entrevista de Carmen Moreno al cantautor Kico Gómez

Por Carmen Moreno
Fotografías de Zoe Riudavets

En el panorama musical actual surgen a menudo propuestas interesantes que se mueven al margen de las grandes discográficas, de los macroconciertos o las cifras millonarias. Los músicos nuevos están trabajando a diario, recorriendo el territorio nacional por muy poco dinero y mucho talento.


            
     El disco de Kico Gómez, “No seas bueno, sé feliz” llega con la fuerza de la fe y las ganas de mostrar una nueva manera de componer, de estar sobre el escenario y compartir el tiempo con los que le siguen. Las canciones del cd son una muestra de lo que la fusión puede lograr si se le añade una base lírica que es incuestionable. Un disco en el que no sólo la música estremece, sino que las letras vuelven a tomar la importancia que siempre tuvieron.

Carmen Moreno.- ¿No está pasado ya de moda aquello de “soy cantautor”?
Kico Gómez.- Posiblemente lo que esté es viciado el concepto que se tiene al usar la palabra cantautor. Porque en un tiempo y en una situación tuvo muchas connotaciones sociales y políticas. Pero por definición objetiva cantautor es aquel que escribe e interpreta sus canciones.
C. M.- Este disco es más popero que el anterior y tiene más fusión ¿le interesa investigar o prefiere conservar aquello que ya ha conseguido?
K. G.- Cada disco es un resumen de lo que uno va creciendo. Simplemente soy de la opinión de que para llegar a este, tuvo que existir el anterior. Y este a su vez será el preludio del próximo. Es simplemente saber crecer con las canciones. Y sí, eso tiene una parte de investigación que me apasiona.
C. M.- ¿Qué cree que es lo mejor de Kico Gómez? ¿Y del disco?
K. G.- Lo mejor de “Kico Gómez” quizá es la sinceridad de mi trabajo. Es decir, cada concierto puede ser una montaña rusa y extremadamente distintos unos de otros porque soy bastante visceral y eso en un escenario es un arma de doble filo.
Del disco tengo la impresión que lo mejor son las canciones en sí. Pueden formar parte de la banda sonora de cualquiera, sin prejuicios de estilos, sin miras más allá de hacer sentir.
C. M.- “No seas bueno, sé feliz”, es un nombre poco comercial, ¿no cree?
K. G.- O todo lo contrario. Es un título que no deja indiferente a nadie y a lo mejor esa  es la parte “comercial” de este disco. Usar una frase para los que cada uno puedan tener una opinión.

C. M.- Hay dos canciones en su disco que me gustan especialmente: “Cruce de cables”, una balada increíble, y “Ni fulana, ni Mengana”, una canción más rockera. En ambas la imagen de la mujer es imprescindible, en ambas se habla de la pérdida de ella, ¿está muy acostumbrado usted a perder?
K. G.- No es una cuestión de una pérdida personal. Para saborear las victorias se debe saber encajar las derrotas. En ese proceso esas dos canciones son momentos de inflexión, momentos de darle la vuelta a la tortilla y coger las riendas de tu vida. Especialmente en el tema de “Ni fulana ni mengana”. En cambio, en “Cruce de cables” al tratar una enfermedad como el alzheimer los matices son distintos.
C. M.- Algunos han dicho que se parece usted componiendo a Ricardo Arjona, ¿se cree deudor de él o no es tan cierto? (Objetivamente, yo no le encuentro demasiados parecidos).
K. G.- Como decía Fernando Delgadillos “Todos somos influenciables”. Es cierto que he escuchado mucho a Arjona, pero también escucho a Miguel Poveda y no por eso hago copla. Se tiende generalmente a buscar un referente cuando nos describimos, a mi personalmente si me comparan con Ricardo Arjona no me ofende, es motivo de orgullo porque Arjona es un compositor y un intérprete sensacional. Pero seguramente a él en su momento lo compararían con uno anterior, hoy es el referente para otros, y estos otros a su vez, serán referente para los que vengan detrás. La música son vasos comunicantes, por lo tanto estamos expuestos a comparaciones, pero no por eso son ofensivas.
C. M.- ¿Conciertos o estudio?
K. G.- El estudio es un laboratorio, un hervidero. Pero prefiero el directo por que es la mejor manera de compartir mirando a la cara de la gente, comprobando sus reacciones en las canciones. Eso es fantástico
C. M.- ¿Composición o actuación?
K. G.- En cambio en esta pregunta prefiero composición. Me parece la parte más bonita de mi trabajo, el hecho de retorcer melodías y palabras, crear una amalgama en tu cabeza que cobre vida en forma de canción me resulta mágico.
C. M.- ¿Cuál es la salud de la canción de autor?
K. G.- Como decía Benedetti “No te salves, no te quedes al borde del camino”. Pienso que esa es la salud. Caminar, seguir creciendo, investigar. Si se cree que con el “sello” cantautor está todo hecho mal iríamos. Por eso creo que hay muchos cantautores, y músicos en general que están experimentando, que están creciendo y eso me hace sentir que la salud de la canción de autor está resurgiendo nuevamente.
C. M.- ¿Cuáles son las dificultades que encuentra un músico que no tiene una multinacional detrás?
K. G.- Principalmente la difusión. Se hace muy difícil hacer llegar las canciones. Y es cierto que hoy por hoy internet ha abierto mucho las posibilidades. Pero una multinacional puede hacer que tus canciones corran por muchos canales, y que tu nombre sea reconocido. Por lo demás no envidio en especial a las multinacionales, trabajar como trabajo me hace dueño y señor de mis decisiones, correctas o incorrectas, pero mías.
C. M.- Sé que le han hecho una gran propuesta. ¿Piensa bajarse del escenario?
K. G.- De momento no. Entre otras cosas porque componer para otros, que imagino será la propuesta a la que te refieres, me parece fantástico pero desde el hecho de componer a la publicación misma de las canciones puede pasar mil cosas. Esa es una puerta más que se ha abierto y estoy encantado con la idea. Pero no deja de ser una oportunidad más. Se trabajará para aprovecharla..
C. M.- ¿Qué se va a encontrar la gente que compre el cd o vaya a sus conciertos?
K. G.- En el disco once canciones llenas de historias y con un sonido lleno de energía para que cada vez que lo escuches encuentren algo más y acabe formando parte de su banda sonora. Canciones que un día acabaran sorprendiéndose tarareándolas. En los directos, encontraran esa energía pero con la sensibilidad y la magia que proporciona el cantar a unos metros del que escucha.



Carmen Moreno es asmática, filóloga y poeta, tres enfermedades que no tienen cura.
Zoe Riudavets es fotógrafa.